martes, 15 de julio de 2014

Keep calm and rock and roll

Cuando el rock era rock lo fue porque era demasiado joven, demasiado ingenuo y tenía demasiado poco que perder para ser consciente de si mismo, justo antes de mirarse al espejo y reconocerse al otro lado, y ver como en una reflexión infinita de espejos enfrentados el vértigo se asomaba hasta el infinito y mas allá.

Fue entonces cuando Robert Plant advirtió su pacto con el diablo, cuando Axl Rose sucumbió al encanto de la serpiente, cuando Kurt Cobain fue llamado a filas por la posteridad de una generación.
El buen bebedor es aquel que sabe cuando dejarlo. El buen jugador es aquel que sabe cuando plantarse.

Pero por suerte, a través del tiempo y el espacio Ian Astbury sigue hablando por mi cuando te acercas, y me dejas sin palabras.

Pequeños milagros de la era digital.

domingo, 6 de julio de 2014

Pío, pío, que yo no he sido

Querido Baley:


Todos conocemos el caso de algún crápula venido a menos que negando la mayor durante los últimos 30 años de su vida y en lo que respecta a flagrantes contradicciones de horarios, fechas, comparecencias, idas y venidas etc., sólo fue capaz de admitir la relación que mantuvo con las últimas prescripciones testamentarias a favor de sus causahabientes, y desde la tumba.

Y no me refiero al caso de Sir Edgar Coney que durante toda su dilatada vida, Dios no lo separe de su diestra, no falló ni una sola vez a su cita diaria con la señorita Pebbles, y mucho menos al pago de sus servicios, si no al caso mas dramático, por caro, de Lord Cunnigang, que en la negación continua de sus desvelos, de aquel capricho que calcinaba sus entrañas con cada mirada, etc., pasaba mas tiempo en compañía y bajo el techo de  la señorita Roadster que en su propia casa , o lo que es peor, pensando en ella.

Pues vea querido Labressieur, que algo parecido viene sucediendo entre muchos de los republicanos que hoy día salen a la calle a reivindicar con su bandera incluso el mismísimo día de lo que sea que no guarde relación alguna con la república, y aunque le cueste creerlo, la mismísima monarquía.

Y es que como si del Jardín de las Delicias se tratara, como si de una bacanal dionisíaca fuera, o si lo prefiere una gang bang a ratos bukake, a ratos lo más bonito del mundo, los abuelos y padres republicanos tuvieron un rollito con la democracia, y no sólo no lo han reconocido nunca, si no que jamás lo harán ni aunque la negativa les cueste la entrada en el cielo, seguros como están de que no hay modo de legitimar la paternidad se su desliz. 

Por que la monarquía, aquí y ahora, es la hija bastarda que gran parte de los republicanos de entonces concibieron con la democracia, avocada al olvido del ahí te quedas de antaño, que las generaciones de aquel tiempo y las de ahora, como madrastra, niegan conocer. 

Pero dígame Labressieur, si hay una mayor legitimad que la que la Constitución Española otorga a la monarquía, a través, si lo quiere abreviado, de la conformación de la forma política del Estado, o si lo tiene un poco de tiempo, el contenido del titulo II de la Carta Magna; si existe mayor legitimidad que una redacción de la misma con el concurso de las formaciones políticas que por entonces eran depositarias de la voluntad del pueblo; y si no lo ve claro todavía, a través del referéndum de 6 de diciembre de 1978.

Así que efectivamente, los republicanos que hoy niegan legitimidad a la monarquía, son probablemente gente de letras incapaz de entender una regla de tres, o lo que es peor, gente tan desmemoriada unos, como demagogos otros, al sugerir que ellos no pudieron votar esa Norma.

No te jode, pues haber nacido antes.


Sin otro particular


Casey Rossfield