Querido Baley:
Nunca seremos tan perfectos como el momento
anterior a dejar de serlo, aquel en que levantamos la mirada y dejamos que un
viento kamikaze destrozara lo más frágil, hundiéndonos en un dojo de perdición.
Y el tiempo, que debiera ajustar cuentas
con nosotros, excarcela nuestros recuerdos y nos deja seguir soplando.
Sin otro particular
Casey Rossfield