Querido Baley:
Últimamente, entre los
contertulios círculos balompédicos en
que suelo participar, ya sabe a cuales me refiero, esa pléyade, esa rémora de
viejas glorias, de viejas o sólo glorias que venimos a reunirnos los sábados
para destilar en la cancha las última gotas de imaginación que aún nos quedan, el tema
estrella viene a enjuiciar la capacidad de determinado jugadores históricos,
incluso legendarios, incluso vivos, para jugar hoy día ya no en los clubes a
los que pertenecieron, sino incluso a nivel profesional, respecto de los
cuales, el consenso general ni si quiera les da la oportunidad de debutar en
primera división.
Sin embargo he de decir que
tal conclusión me parece del todo injusta, y por tanto equivocada, y no sólo a
la luz de mi ánimo siempre a la contra, más por el juicio de talentos y
talantes fuera de su esfera y lapso.
Efectivamente, querido
Baley, resulta arbitrario decir que aquel pretérito demiurgo merengue, el mismo
que dio sentido a la teoría de la relatividad plegando espacio y tiempo en el
área, ese tipo a un paquete pegado, ni si quiera calentaría banco en Chamartín,
pues el fútbol no es ahora lo que era, ni antes fue lo que ahora es.
Es como si ahora en 2013
tildásemos Turbolover de power-pop, y nos viéramos prestos a escribir
una tesis que fuera a expulsar a los Judas
del Olimpo del Heavy Metal, sin tener
en cuenta el contexto sónico en que Turbo fue editado.
Pero lo interesante de esta
hipótesis en torno al calcio resulta
de aplicar la misma al mundo editorial y/o literario, en la pregunta que el
otrora capitán del Rostock F.C., Bobby Mandalay, sometiera a la consideración
de la audiencia en su ponencia del
pasado día 3, Hijos de puta e hijos de
escorts, diferencias y pareceres: ¿creen de veras posible que en el ambiente
editorial de hoy día, escritores como Céline, Henry Miller, o incluso el
mismísimo David Foster Wallace, de haber sido español, tendrían alguna
oportunidad de ser publicados en nuestro país?
Y la respuesta, que a mí me
parece tan rotunda como al señor Mandalay, es exactamente la misma que pesa
sobre tipos ignominiosos como Josef Ajram, Ramón Fano, o la mismísima Belén
Esteban, etc., caso de haber escrito, o existido, para esta última, hace cien
años.
Sin otro particular
Casey Rossfield
P.D.: Cualquiera sabe que
España es el país de Europa donde más se edita al cabo del año, de ahí que mi
pregunta dirigida al sector en general, respecto de la supuesta crisis que está
viviendo es la siguiente: ¿es esta una crisis asociada a la pérdida de
capacidad adquisitiva de los consumidores, lo es referida al formato
electrónico, un tren que están perdiendo algunas editoriales, o es una respecto
de las pérdidas en ventas del lastre de morralla pura y dura que se publica todos
los años y que ya no cuela ni para el más ocasional de los lectores?